La música es hoy el aspecto más visible de la cultura bretona, gracias al trabajo y creatividad de sus músicos y a los numerosos festivales que se celebran, como las llamadas festoù-noz o "fiestas de noche".
Las bagadoù o bandas de gaitas bretonas, inspiradas en las bandas escocesas y de origen relativamente reciente (la primera surgió en 1947 en Carhaix) son un elemento importante de la música bretona. Compiten y se clasifican en un evento anual, con excepción de la bagad de Lann-Bihoué que pertenece a la Marina francesa.
La música bretona se transformó considerablemente durante la segunda mitad del siglo XX, adaptando melodías y sonidos tradicionales a estilos contemporáneos y mezclándose con otras tradiciones folklóricas. Su modernización, así como su difusión fuera de Bretaña, empezó en los años 1960 gracias a Alan Stivell. Stivell y sus sucesores musicales (como Gwendal) han recibido elogios por ello, aunque también críticas de quienes piensan que su acercamiento a los esquemas y sonoridades propios de las islas británicas no revive, sino que desvirtúa el carácter de la auténtica tradición bretona.
La danza tradicional bretona también se mantiene viva y recientemente ha evolucionado desde una práctica exclusivamente popular hacia espectáculos profesionales cada vez más complejos.